Xelvatic – Wildlife Photography & Video Productions

Regresando al sendero

No sé cuántas veces he recorrido este sendero, tal vez 5, tal vez 6; siempre digo esta es la última vez, y nuevamente estamos aquí. En cada viaje muchas cosas recuerdan momentos anteriores aflorando la nostalgia por los que no están, pero al minuto algo sucede, marcando la diferencia del resto, convirtiéndose en otro increíble asenso al techo de Cuba: El Pico Turquino.

A la memoria de Dorkis Rodríguez Suárez (1975-2000) mi hermano de muchos viajes

Día 1/

Hace más de 20 años que prepare mi mochila por primera vez para subir el Turquino. En aquel entonces mi equipaje era tan grande como mis expectativas. Creía que cuanto más llevara menos serían los problemas. Visualizaba cada momento contado por amigos, que ya habían vivido la experiencia, y empacaba la solución a cada una de las posibles contingencias. Que equivocado estaba, pero solo lo sabría 48 horas después.

A las 9:00pm de un día, que no recuerdo, del verano de 1997, nos encontrábamos en la terminal de ferrocarriles de Matanzas en espera del tren No. 41 con destino a Bayamo. Siempre he dicho que estas aventuras no comienzan al pie de la montaña, para nada, sus primeros episodios están aquí en la espera de un transporte que no llega y que el altoparlante  intenta convencerte de que esta en hora. Las formas de matar el tiempo son variadas, alguien saca un juego de cartas, otros armonizan una tonada en alguna guitarra, esta aquel que se tira en un banco y echa una siesta y algunos solo conversan de experiencias anteriores  y de las expectativas del viaje. Luego de unas horas ya nos encontramos instalados en nuestros asientos, y comienza la primera parte del trayecto. Debemos estar llegando a las 2:00pm de mañana si no existe contratiempos, por lo pronto  nos espera una larga noche entre los olores del hierro y el viento frio que refresca el intenso calor del verano.

Día 2/

Llegamos a Granma, dos horas después de lo previsto. Un camión conocido como Guarandinga nos conduce rumbo a Santo Domingo  a través de empinadas lomas que le ponen los pelos de punta  al más osado de los aventureros. En este hermoso lugar en el medio de la Sierra Maestra, se encuentran las instalaciones del Parque y en cuyos portales armamos nuestras tiendas de campaña. Administrado por la Empresa para la protección de la Flora y la Fauna en Cuba, desde aquí salen las partidas de visitantes en compañía de un guía que nos acompañara durante los días que estemos por el lomerío.

Día 3/

La mañana llega más rápido que de costumbre, o al menos es la sensación. Son las 7:00am y ya el guía espera, mientras improvisamos un desayuno lo más fuerte posible, intercambia con nosotros sobre algunas medidas de seguridad a tener en cuenta durante la travesía. Hace énfasis en la comida y el agua, elemento que según él no toma muy en serio la mayoría de los senderistas aficionados, en la generalidad de los casos aludiendo al exceso de peso, error que ha creado situaciones difíciles y dolorosas.  También nos advierte de las prohibiciones de fuego y el no separarse por ningún concepto del sendero señalizado.

Comenzamos el trayecto con algo de suerte, un camión con excursionistas proveniente del Campismo La Sierrita, nos adelanta el primer tramo, yo diría que el más difícil. 5km de empinada carretera solo transitada por vehículos de 4×4 y por mulos, que nos lleva al Alto del Naranjo, el inicio del recorrido. Desde aquí algunos pueden optar por visitar la comandancia de la Plata, museo histórico militar, a unos 3km; o comenzar la subida.

Escuchadas las explicaciones del guía, iniciamos la marcha. Luego de 500m por un camino cómodo y desde el cual se ve a lo lejos el poblado de La Plata y un poco más allá el mar Caribe, nos adentramos en un sendero angosto y en pendiente ascendente. Y es aquí cuando comencé a lamentar mi novatada del exceso de equipaje. Con la ayuda de un guía que regresaba pude enviar algunas cosas al campamento base y aliviar mi pesar, aun así, creo que con cada paso que doy mi mochila pesa aún más.

Recuerdo que en ese primer viaje nos tomó 8 horas llegar al campamento Aguada de Joaquín, debido a las reiteradas paradas, el paso excesivamente lento, y el asombro  ante el espectáculo de la naturaleza que abría sus telones para nosotros. En cada acto la maravilla era mayor: El teatro de nubes, la peña del León  o el Valle de Jibacoa son algunas de las vistas más espectaculares y que te hacen comprender que vale la pena el esfuerzo, eso sin contar la exuberante naturaleza que nos rodea: alfombras de líquenes, orquídeas de infinitas formas y los maravillosos helechos arborescentes, las cartacubas que revoletean por todo el camino dándonos la bienvenida, y como olvidar a esas minúsculas ranitas que con su canto amenizan el recorrido.

Con las raciones de agua al límite llegamos por fin a Aguada de Joaquín. Su nombre se debe a que es uno de los pocos abastos de agua en todo el trayecto. En aquel entonces las temperaturas variaban entre 7 y 15 Grados, y se amanece entre nubes. Al medio día, en ocasiones, el cielo se despeja y se ve el Pico Turquino, la altura máxima de Cuba a 1974 metros sobre el nivel del mar, majestuoso frente a nosotros como si esperara por ver cuánto estamos dispuestos a sacrificar para llegar a su cima.

Al pasar de los años me he dado cuenta que lo que realmente me motiva a subir es el estar algunos días en este campamento. Es verdaderamente un lugar mágico, donde uno se siente parte de ese todo que es la naturaleza, en armonía con tanta vida. Otro  de los motivos son las personas que trabajan aquí, campesinos afables que se esfuerzan para que tu estadía sea lo más grata posible; y los amigos, los viejos que comparten el sueño desde un inicio y los nuevos que han surgido dándote la mano en el camino o compartiendo el ultimo maní. Eso es Aguada, un oasis donde la aventura toma un carácter humano y saca de las personas su mejor cara.

Día 4/

Son las 7:20am, y el guía está listo para partir. Llevamos solo lo necesario: agua, una merienda, un nylon por si llueve y cámara fotográficas los que tienen. A pocos metros y con el cuerpo adolorido por la jornada anterior, nos enfrentamos a una escalera de 843 metros hecha de  troncos empotrados en la tierra, este tramo es todo un reto a la voluntad. Ya en el alto de Regino nos separan unos 3 km de la meta. Pasaremos por el Paso del Mono, llamado así por lo difícil que era antes de acondicionarse para el turismo, y el Mirador desde donde se aprecia uno de las vistas más bellas del viaje. Desde este punto distan algunos metros para coronar la cima.

Haciendo acopio de las últimas energías, recorremos el trayecto lo más rápido que nuestras fatigadas piernas nos permiten. Por un túnel de arbustos cada vez más pequeños llegamos por fin a un claro despejado en cuyo centro se yergue un monumento de piedra con el busto de José Martí. Luego de unas fotos que perpetuaran el recuerdo de mi presencia en este lugar caí rendido en el silvestre Césped.

Si amigos eso fue hace mas de 20 años, pero hoy al llegar a este claro y ver la alegría de los que llegan, recostarme en el mismo césped y sentir el Clic de las cámaras, que aunque más modernas aun cumplen el mismo objetivo,  me doy cuenta que nada ha cambiado. El recuerdo de los que ya no están aún sigue estampados en las piedras alrededor del monumento; y la mirada del Apóstol perpetuo, que espera a sus aventureros hijos, aquellos que creen en la magia de compartir experiencias entre amigos y en la aventura de desandar esta  Isla Maravillosa que llamamos Cuba.

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